Algunos estudiosos entienden que Marx fue mejor sociólogo que economista (o visionario). Así efectivamente el ideólogo del socialismo definió todas las etapas de la historia (y los cambios en ellas producidos) por su “infraestructura” (o sistema de producción). Cabría preguntarse si es realmente el modelo económico el rasgo característico y definitorio de cada sociedad. Entiendo que, creer que así es, es mercantilizar al ser humano suprimiendo esferas del mismo absolutamente ajenas a la economía. ¿Acaso es la economía el primer y último motor de toda sociedad humana?
Venidos al Siglo XXI, sentados frente a nuestras pantallas, cohabitamos en la autodenominada “sociedad de la información”. ¿Qué se esconde detrás de esta denominación? ¿es la información la “moneda” imperante?
En primer lugar pretender aglutinar bajo una sola denominación la compleja sociedad actual es, cuanto menos, pretender tomar la parte por el todo. Y la muestra es aún menos “científica” cuando el acceso a los medios de esta sociedad de la información en ningún caso están al alcance de la generalidad de la población (llegando a actuar en algunos casos de mecanismo de discriminación social o económica”). Es sencillo sentirse miembro de la sociedad de la información sentado ante la pantalla de un ordenador subvencionado por el Estado. No creo que pueda decir lo mismo aquél para el que un ordenador es un lujo inaccesible o innecesario.
Después, dando por válido el término sociedad de la información, es necesario preguntarse si es la información ese elemento caracterizador (siempre desde un punto de vista mercantil) como lo fueron en otras épocas el esclavismo o la industrialización.
La información tiene una primera característica diferente a cualquier otro elemento económico anterior: es inmaterial, y como tal, ¿puede ponerse cerco a la información? Difícilmente.
Venidos al Siglo XXI, sentados frente a nuestras pantallas, cohabitamos en la autodenominada “sociedad de la información”. ¿Qué se esconde detrás de esta denominación? ¿es la información la “moneda” imperante?
En primer lugar pretender aglutinar bajo una sola denominación la compleja sociedad actual es, cuanto menos, pretender tomar la parte por el todo. Y la muestra es aún menos “científica” cuando el acceso a los medios de esta sociedad de la información en ningún caso están al alcance de la generalidad de la población (llegando a actuar en algunos casos de mecanismo de discriminación social o económica”). Es sencillo sentirse miembro de la sociedad de la información sentado ante la pantalla de un ordenador subvencionado por el Estado. No creo que pueda decir lo mismo aquél para el que un ordenador es un lujo inaccesible o innecesario.
Después, dando por válido el término sociedad de la información, es necesario preguntarse si es la información ese elemento caracterizador (siempre desde un punto de vista mercantil) como lo fueron en otras épocas el esclavismo o la industrialización.
La información tiene una primera característica diferente a cualquier otro elemento económico anterior: es inmaterial, y como tal, ¿puede ponerse cerco a la información? Difícilmente.
Esta imposibilidad de controlar los flujos por los que circula la extrae de los mercados tradicionales, fuera de estos mercados (y de las manos de los "comerciantes") pierde su carácter mercantil y, por tanto, deja de tener un precio. Sin precio y sin barreras físicas, la información circula a gran velocidad y alcanza a millones de personas más que cualquier otro producto. Y una información que alcanza a millones de personas es una información más efectiva y más valiosa. ¿Quién se adueña de ella, y la controla ahora, si ya no es tan sencillo comprarla o controlarla? ¿No rompe esta dinámica los sistemas y los flujos económicos tradicionales? ¿Podemos creer, así, que la información es realmente el motor económico presente?
La “sociedad de la información” debe suscitarnos grandes dudas y grandes interrogantes, sobretodo cuando se convierta ser un reduccionismo que nos ciega ante la complejidad de la sociedad y ante la indefinición del término “información” (sus contenidos y sus flujos).
La “sociedad de la información” debe suscitarnos grandes dudas y grandes interrogantes, sobretodo cuando se convierta ser un reduccionismo que nos ciega ante la complejidad de la sociedad y ante la indefinición del término “información” (sus contenidos y sus flujos).
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